Yo elijo estar soltera

Mucho se ha hablado sobre la soltería y sus beneficios, incluso por parte de las mismas Incorrectas, tanto que ya parece haber una tendencia.

Reconozco que estoy soltera más por opción que porque esté esperando sin éxito a mi “príncipe azul” en cada hombre que se aparece. Poco he sido de relaciones largas y confieso que muchas veces he preferido los amiguitos con derechos porque tengo tendencia al aburrimiento temprano.

De hecho, la relación más larga y seria que tuve y de la que nacieron mis dos hermosos hijos, surgió de la idea de darme una oportunidad de estar en pareja de forma estable, pero vivía en la duda de si debía continuar o dejar todo hasta ahí. De esa relación salí muy dañada, pero honestamente no fue por perder su amor cuando él decidió terminar conmigo, si no que fue por fracasar en el proyecto de familia en el que me había embarcado y por el que me comprometí de por vida. Vengo de una familia muy rota y obviamente no quería repetir la historia con mis hijos.

Ahora que ya está todo sano, meditado y que puedo verlo desde afuera, me doy cuenta que nunca luché por recuperar mi vida de pareja con él, por el contrario, no tuve problemas en levantarme y recomenzar mi vida casi de inmediato porque en el fondo sentí una liberación tremenda y era algo que, pese al amor y dolor que podía sentir, hace tiempo tenía ganas de terminar. Y con esta última confesión cierro un ciclo, corto el hilo y suelto al viento esta experiencia de mi vida.

Y desde ese momento hace casi 3 años no he vuelto a aventurarme en ninguna relación seria, sólo he tenido atisbos de atracción y otros sentimientos que revuelven la panza, pero como mencioné antes, siempre he terminado aburriéndome. ¿Por qué? Me encantaría saberlo! Puedo estar muy enganchada de alguien en un momento y al siguiente no quiero verlo. Me he sentido motivada a dar el siguiente paso a una relación, pero al final termino ofreciendo mi gentil y humilde amistad porque simplemente no me nace ofrecer nada más.

No estoy dispuesta a sacrificar mi libertad, al menos no en esta etapa de mi vida. Me encanta vivir sola con mis hijos, criarlos a mi antojo y mi ritmo, hacer lo que se me venga en gana sin estar bajo el ojo crítico o las opiniones de alguien más. Porque seamos honestas, al estar en pareja uno le cede al otro derechos en las decisiones que debieran ser únicamente nuestras y viceversa, todo empieza a ser consultado y ya el espacio para la realización personal es cada vez más limitado.

No pretendo generalizar porque sí tengo amigas que han logrado un equilibrio perfecto y sus parejas son reales aportes y se potencian el uno al otro en el desarrollo individual. Pero la mayor parte son relaciones en las que todo se hace y deshace de a dos, sus novios pasan a controlarles hasta lo que gastan y, usualmente, las que deciden formar familia se confinan en la casa bajo un método aún machista y poco se dedican al ser mujer.

Cuando he sido espectadora de esa descripción no puedo evitar sentirme aludida pues yo también perdí rasgos de mi encanto personal y los transformé en habilidades maternales y de esposa atrofiando a esa mujer libre y patiperra por esencia. Por lo mismo no he podido evitar sentirme aliviada al no tener que lidiar con desórdenes, malos humores, celos ni cuestionamientos ajenos.

No tengo nada en contra de los hombres, me encantan y puede que me encanten varios al mismo tiempo. Pero por ahora me encantan “de lejitos”, para compartir de vez en cuando, como compañía de panoramas sin complicaciones y, por sobretodo, sin que se sientan socios mayoritarios de mi itinerario y mis visiones.

Pero ojo que no he dejado de creer en el amor, siento que simplemente no tengo prisa en conocer a ese hombre que me trastorne y con el que logre llegar a ese acuerdo implícito en el que no dejemos de ser seres individuales por decidir vivir en pareja.

Alguna vez, con varios años y golpes menos me enamoré perdidamente y tuve el placer de conocer la magia, esa tan intensa que el mundo se reducía a dos personas cuando cruzábamos una mirada y un beso se convertía en una experiencia extrasensorial.

Tengo la certeza de que cuando vuelva a sentirme flotando en esa magia, ese será mi hombre indicado. Pero como ya escribí no tengo apuro porque estoy realmente disfrutando de la plenitud de caminar soltera y tranquila por la vida.

Carolina Aranguiz