Sexting, positiva práctica en las mentes correctas

Es evidente y absolutamente transversal el poder que las redes sociales ejercen por nuestros días. Las vías de comunicación se han modernizado y diversificado y el lenguaje textual y fotográfico se ha impuesto incluso por el contacto físico.

La mayoría de quienes hemos crecido con acceso a Internet, conocimos o sabemos de alguien que conoció a otros a través de foros o los antiguos y populares salones de chat. Recuerdo que solía entrar a las salas de chat, sólo para pelusear pero finalmente terminaba haciendo amistad. Aún mantengo contacto con algunos amigos que hice ahí.

Pero también husmeando en los chats fue que tuve mis primeras incursiones en el mundo del sexting, que es un anglicismo para definir el envío de textos o imágenes con contenido erótico o sexual vía teléfonos móviles. Claro que en esos años no era llamado así y el método con que llevaba a cabo mis conversaciones en llamas distaba mucho del actual, porque de chatear en el computador pasábamos a hablar por el teléfono fijo, nada de fotos ni videos como ahora.  

Seguro no fui la única que lo hizo y es por eso que la considero una práctica a modo de antesala a lo que vivimos hoy en día en donde las aplicaciones móviles nos han abierto un abanico de opciones a la hora de conocer gente nueva y compartir experiencias del día a día con la finalidad, muchas veces, de establecer algún tipo de relación interpersonal.

Y la popularidad de aplicaciones como Tinder, Snapchat, Kik, entre otras se puede atribuir abiertamente a que estas herramientas nos ayudan a mostrar concienzudamente lo que queremos que otros vean de nosotros, pues nos dan el espacio para preparar lo que queremos expresar. También nos ayudan a irnos relajando y liberando de los tabúes o “vergüenzas” que nos acechan en una primera cita o un contacto cara a cara. Y el sexting viene a formar parte de la consecuencia de esta comodidad comunicativa, pues nos permite escoger con quién, cuándo y dónde hablar, medir o desmedir el ritmo y tenor de la conversación. También puede presentarse como una solución para aquellos que disponen de poco tiempo para salir y prefieren hacer el preámbulo a través de un dispositivo móvil.

Por supuesto que el sexting no sólo abarca a solteros o personas en búsqueda de satisfacción sexual, también se puede llevar a la vida de pareja con el simple hecho de enviar un whatsapp con algún audio, mensaje o foto subida de tono que los saque de la monotonía en la que puedan estar inmersos. Hay investigaciones que en su gran mayoría han revelado mejoras en la vida afectiva de las parejas estables ya que genera un estímulo positivo en la conexión e imaginación necesarias para lograr un sexo más excitante y placentero.

Personalmente, lo recomiendo entre mis pares adultos. No puedo decir que sea parte de una práctica habitual, pero cuando todo confluye y me siento en confianza, inevitablemente llego al mensaje hot. Porque es estimulante sentir por un momento que se está en una novela erótica o sólo imaginar reales las palabras y sentirse presente en las imágenes. También tiene que ver con sentirnos lindos y deseados por alguien más.

Pero tanto en las aplicaciones, como en internet en general existe una línea casi invisible de lo delgada entre lo público y lo privado, por lo que sería sano tomar ciertos resguardos. Si te vas a tomar fotos o grabar algún video para enviar a tu pareja o quien tú desees, procura proteger tu identidad o algo que evidencie demasiado que eres tú quién aparece ahí. Nadie nos garantiza que esa persona a quien le envías algo tan privado, cuide de tu privacidad. Las relaciones terminan, las personas cambian y así es que incluso han existido sitios web dedicados a publicar fotos íntimas de ex parejas por quienes terminaron despechados o con ganas de vengarse, lo que obligó a las autoridades de países como Estados Unidos y Reino Unido a legislar sobre el tema.

Por otra parte y a modo personal, creo que realizar sexting debiera quedar relegado a la adultez. Aunque es casi imposible prohibir que un adolescente use aplicaciones móviles o se tome selfies, ya que prácticamente nacieron con un celular y, para bien o para mal, forma parte intrínseca de su cultura de interacción social. Es necesario educar sobre los riesgos y costos del sexting en adolescentes, quienes comienzan a explorar su sexualidad y necesitan la constante aprobación de sus pares. Es importante evitar exponerlos a situaciones que los pueden dañar de por vida.

Así veo los contrastes de esta acción que los nuevos tiempos han convertido en costumbre, que como dice el título de mi columna puede ser una una muy positiva práctica si se sabe usar y si cae en las manos y mentes correctas. Un poco de placer extra a nuestra vida rutinaria y agotadora no viene mal, hay que lanzarse y dejar los prejuicios de décadas de cartuchismo que llevamos a cuestas.