Estos días han sido la culminación de una seguidilla de casos casi patéticos que me llevaron a la negación, a la rabia, a querer mandar todo a la mierda y dejar el teléfono eterno en modo silencio.
Es raro cuando se trata de personas que se conocieron, se amaron y ahora se odian o simplemente, en este caso, se alejaron. Por lo general trato de culminar todo tipo de relaciones humanas de una manera pacífica, silenciosa y casi fúnebre, claro, sin muertos y llantos, pero sólo dejar ir, liberar. Muchas veces decimos que todo tipo de sentimiento se murió, se congeló en el tiempo quedando sólo un témpano que no puede lograr ni siquiera entibiar la relación, pero está ahí, para uno o para el otro, sigue ahí.
Obviamente, hay situaciones que nos dejan pensando; el que la gente no quiera ver lo que está sucediendo, que simplemente hay cosas que son mucho más simples de lo que parecen, pero por no dar el brazo a torcer es preferible seguir ahogándose en un mar de sentimientos. Y es aquí donde me hago la pregunta ¿será posible realmente, tratar de congelar los sentimientos, para tratar de no verlos, hacernos los desentendidos cuando realmente están ahí? En cierta forma, todos somos esclavos de nuestros propios traumas y obsesiones, el querer parecer la víctima a muchos les queda de lo más cómodo y obviamente está también el de ser el victimario, que de cierta manera da un estatus dentro del sufrimiento que los hace parecer como intocables, pero como villanos a la hora de ver las capacidades de dar.
Quizás esto sólo nos lleva a una sola pregunta, ¿somos víctimas o victimarios de nosotros mismos en una relación? Por lo general, siempre tendemos a vernos como la víctima de las situaciones y nunca como el causante de la situación y por ende el victimario. En todo orden de cosas, fuera un dúo, trío o lo que sea, para terminar con alguna relación sea cual sea, no sólo hay un involucrado sino que varios más, no tan sólo se trata de personas, sino que también de cabeza, alma y sentimientos. El problema es descubrir quién es el culpable. Más que eso, preferimos sufrir o pasarla bien en nuestra vida, muchos personajes prefieren ser la piedra de tope de una relación, hay de los que quieren ser el alma libertadora de sentimientos, otros los que prefieren sufrir por ambos, como también está el que sólo culpa al otro por lo que sucede con él.
El ser víctimas o victimarios de nosotros mismos se aplica al hecho de la propia decisión, de sufrir o no hacerlo, o como dice un amigo de cómo nos planteamos en nuestro mundo. También está el creer que hay veces que bloqueamos el dolor para poder salir victoriosos, como el que no pierde nada frente a alguna situación, pero realmente no siempre es así, es cuestión de ver en asuntos de sentimientos cuando por no sufrir y por ser victimario de quien fuimos víctima alguna vez, nos dedicamos a hacernos daño en silencio porque aún amamos, pero es preferible hacerse el fuerte, a ser el débil que aún guarda sentimientos.
En cierta forma todos sufriremos o haremos sufrir a alguien más, no por un asunto de estar conscientes, pero si por un equilibrio que nos marca, por la razón de no querer hacernos daño con situaciones que nos parecen conocidas, no queremos parecer débiles en un mundo, en que la víctima es apreciada como la que está por los rincones diciendo ser víctima, actuando como tal y tomando el libreto de la persona sufrida de la obra que es la vida.
((((LAPOLLO)))))