Llega un nuevo 8 de marzo, y como todos los años, es momento de hacer balances respecto de si las mujeres debemos celebrar o no. Lamentablemente, todo indica que una vez más, no las hay.
Este 2016, en Chile llevamos ya 6 mujeres muertas en manos de sus parejas. Mientras en el mundo se habla de las dos jóvenes argentinas asesinadas en Montañita, a quienes hasta ahora incluso se las culpa por “viajar solas».
En nuestro país aún discutimos si las mujeres tenemos el derecho a decidir si queremos seguir adelante con un embarazo inviable o fruto de una violación. Derecho que nos fue arrebatado cuando terminaba la dictadura.
Cerca del 47% de los emprendimientos los lidera una mujer, pero nadie agrega que casi el 70% de este grupo tiene una economía de subsistencia, en donde no ganan más allá del sueldo mínimo.
La diferencia entre las remuneraciones de hombres y mujeres sigue siendo abismante, y las malas condiciones que sufren miles de mujeres temporeras en los campos de nuestro país, al parecer, a nadie le importan.
Porque este 8 de marzo hay bien poco que celebrar, nosotras seguimos en la lucha hasta que todas y todos entiendan que las mujeres no somos ciudadanas de segunda categoría, ni la piedra de tope de una sociedad machista.