La primera parada de la nueva gira de Fito Paez fue Chile, en un Movistar Arena que se sentía casi lleno, aún con las estrictas condiciones sanitarias impuestas post pandemia.
Se extrañaban los conciertos y eventos masivos después de un descanso casi demasiado largo, que nos hacía extrañar esa vibra tan energética que nos entrega la música en vivo, por eso la llegada de Fito se sentía como el climax de esa música que siendo tan parte de nuestra historia, nos lleva también a la ensoñación de toda una nueva experiencia gracias a un artista argentino que responde con creces a ese amor tan intenso que le tenemos en Chile.
Partamos por lo que preocupaba. Con muchos casos de covid aún circulando en nuestro país, las medidas de seguridad siempre importan, pero nos quedó claro de que hemos aprendido a respetarlas: Mucho más allá de la organización del concierto (que fue impeque), las personas mantuvieron los resguardos, nadie sin mascarilla, todos siempre respetando sus lugares y distancia indicadas, accesos expeditos y poco movimiento fuera de los límites establecidos, y eso se agradecía mucho, ya que nos permitió disfrutar de un concierto de calidad y en la mayor libertad posible que se puede esperar en estas condiciones.
Ahora el show. Poco se puede decir que no se haya dicho antes de un artista con una trayectoria tan extensa, pero se podría resumir en la palabra «extraordinario». Banda completa, piano de cola y con copa de vino chileno en mano saludó y comentó acerca de lo mucho que se extrañaba regresar al país luego de una ausencia tan larga. También celebró el hecho de que tres temas nuevos, parte de su nuevo álbum «La Conquista del Espacio», se escucharían en vivo por primera vez en un escenario, la que da título al álbum, además de una nostálgica «La canción de las bestias» y la rockera «Nadie es de Nadie».
Fito es un showman consumado, fueron pocos los instantes en que la audiencia pudo estar sentada, porque simplemente ¡había que pararse a bailar!. Un despliegue musical simplemente extraordinario acompañó al artista en una presentación que tuvo solo puntos fuertes y adoración de un público que coreó sin parar cada una de sus canciones. ¡Se sintió hermoso el Movistar Arena con esos coros nuevamente después de tanto tiempo sin música en vivo!
El repertorio incluyó sus mejores clásicos, como «11 y 6», la cual evocó contando la verdadera historia de los dos niños que él mismo vio vendiendo flores en los alrededores de las calles Corrientes y Montevideo en Buenos Aires. «Flasheó» una historia romántica, que escondía una realidad dolorosa que luego transformó en uno de sus clásicos más representativos del rock argentino.
Se sumaron otros clásicos también, como «Circo Beat», «El amor después del amor» y «A rodar», la cual desató una locura que, desconocida por quien escribe esta nota, «levantó todos los trapos al aire». Así es, ¡a sacar todos los trapos ché! gritó Fito, acto seguido pañuelos, polerones y bufandas comenzaron a sacudirse en círculos en el aire al ritmo de «Y a rodar, y a rodar, y a rodar y a rodar mi vida…» ¡alucinante! Así que recuerden, si van a un concierto de Fito Paez, lleve sus trapos y sacúdalos con ganas, porque su música en vivo lleva a eso, a desprenderse, saltar y cantar a pura pasión y disfrutar de lo que un concierto en vivo entrega, que es pura emoción.