Me demoré en decidir de qué podía tratar mi columna este mes. Por lo general suelo hacerlo de algo que me ha pasado y establezco mi punto de vista en base a mi experiencia, pero ahora no estaba muy segura de qué experiencia podría compartir con ustedes… hasta que la respuesta vino a mí. Este último tiempo me han pasado cosas que jamás pensé que me pasarían, ha sido muy revelador a decir verdad y llegué a la conclusión de que todas tienen un factor común: son sueños. Sí, sueños. Situaciones con las que alguna vez en mis 20 años anhelé que pasaran pero creí que nunca en la vida me ocurrirían.
Recuerdo que cuando era niña mi mayor anhelo era entrar a la Universidad. Me gustaba la idea de que podría formarme en alguna profesión, era muy nerd en ese entonces por lo que me motivaba la idea de estudiar. También era un sueño porque hasta que di la PSU no estaba segura que mis papás podrían pagarla, mi situación económica nunca ha sido sobresaliente, soy como la mayoría de los chilenos, clase media. Es por eso que visionariamente estudié en un colegio técnico, obtuve un título, me hice conocida en el ambiente laboral como un buen elemento y eso me hizo sentir orgullosa, si no entraba a la Universidad, no importaba, ya tenía un título.
Un sueño que siempre he tenido y es uno de mis pendientes es el de escribir un libro. He sido escritora aficionada desde muy pequeña, mi fuerte eran los cuentos. Sueño despierta todo el tiempo, entonces imaginación y creatividad me sobra. Aún no lo cumplo, es cierto, pero estoy en proceso, me tomo mi tiempo porque si alguna vez decido y tengo los medios para publicar algo, quiero que sea realmente bueno, que sea digno de ser leído por alguien más. Honestamente me da demasiada vergüenza que alguien lea lo que escribo, mi afición ahora son las novelas y todo el que me conoce podría decir que no me veo para nada como una persona que tenga algún tipo de sentimientos y probablemente si leyeran una estrofa de lo que me gusta escribir, no pensarían que soy yo. Me gusta escribir sobre romance, increíble pero cierto, pero romance con drama y algo de humor y he aquí un secreto, en cada cosa que escribo, el personaje principal se asocia con quien soy de una u otra forma, es un alter ego. Me encanta.
Como no lanzo mi propio libro aún, pero no abandono la escritura por nada del mundo, cuando vi que podía formar parte de Incorrectas no dudé en mandar un correo. Pensé que podía ser una buena forma de mejorar, de mostrar un poco quien soy a personas que no tienen idea quién está detrás de la pantalla, de compartir lo que pienso en más de 140 caracteres, en lograr que una sola persona dijera “me identifico”. Ha sido una tremenda oportunidad y honestamente no sé si alguien realmente se identifique o si quiera lea las columnas que envío, pero sin duda es un sueño cumplido, algo que me enorgullece y que quiero seguir haciendo porque me apasiona.
Viajes, viajes, viajes… Amo viajar. Mi sueño ha sido siempre recorrer el mundo porque me encanta aprender, me interesan los idiomas, la cultura, ojalá hacer amigos en cada lugar que visite, lo encuentro fascinante. Me gusta conocer nuevos lugares por muy pequeños que sean. He viajado y no me quejo. Conozco muchos lugares de Chile, encuentro que nuestro país es bellísimo, tiene tanto que ofrecer. En el verano quise viajar sola, en realidad por “sola” me refiero a que sin familia, con mis medios, así que pesqué mi mochila y a una amiga y nos fuimos a Santa Cruz. Que fome pensarán ustedes. Bueno, no es un destino que todos tengan como lugar que conocer antes de morir, pero como dije, me gusta conocer lugares aunque sean pequeños, con poco atractivo para una persona común que solo le interesa conocer ciertos puntos turísticos. Para mi es más aburrido ir donde todos van, seguir al resto, por ello uno se priva de lugares maravillosos.
Santa Cruz fue el destino por varias razones: La primera es porque ir a Pichilemu en patota no funcionó; como quería viajar aun así y tenía una partner, fuimos cerquita; la tercera razón la contaré en otra columna porque va pa’ largo, pero tenía que ver con alguien (que ya he mencionado en otras columnas). Fui por un fin de semana y fue tremendo, conocí y me encantó, la paz que me transmitía fue lo mejor, sin duda.
Chiloé lo conocí prácticamente entero y creo que es maravilloso, cada rincón es un misterio, es bellísimo. Pucón/Villarica/Lican ray uff… parajes a los que debo volver ahora de grande sin duda alguna. Por el norte he llegado hasta La Serena y me gustó también mucho.
Internacionalmente solo he ido a Brasil y hace poco, de hecho vengo llegando. Brasil siempre fue mi destino predilecto en América Latina, añoraba ir alguna vez, era mi más preciado sueño, creí que iría alguna vez pero cuando trabajara y pudiera costear el viaje. Sorpresa fue la mía cuando un día me dijeron si quería ir y créanlo o no, lo dudé y lo dudé porque me preocupaba la universidad. Lo pensé mucho hasta que me di cuenta que no debía pensar para decidir, oportunidades así no se dan todos los días y era mi sueño, le estaba dando la espalda a algo con lo que deliraba hace un par de años atrás, hubiera sido realmente tonta al rechazar semejante ofertón. Fui, lo pasé la raja y más que un sueño, tengo una deuda que es volver porque sin duda lo amé, fue tan perfecto como lo imaginaba, todo lo que admiraba de Brasil lo viví de cerca y quedé maravillada. Un destino que recomiendo.
Lo siguiente que voy a decir es un tanto cursi, pero en mi adolescencia con las hormonas alteradas y una inyección de películas mamonas, soñaba con que llegara ese típico mino exquisito, codiciado, algo así como el atleta zorrón que termina enamorándose de la invisible de la escuela. Racionalmente sabía que esas cosas no pasaban pero no estaba mal soñar, ¿no? Obvio que durante el colegio jamás me pasó, en primer y único lugar porque fui a un colegio de mujeres y a menos que una niña se enamorara de mí (cosa que tampoco pasó), no ocurriría en absoluto. Cuando entré a la U abandoné tal idea, pero continué en mi rol de patito feo, de ñoña y bajo perfil. No me seguían ni las moscas, hasta que alguien se interesó en mí, me sentí muy bien conmigo misma, ahora era yo la que tenía cosas para contar y no solo escuchar, pero siguiendo la línea del sueño, él no era precisamente este cabro popular y tampoco sucedió el final de película.
El sueño comenzó a hacerse realidad este año, miradas, visualizaciones por redes sociales hasta llegar a la conversación. Ahí estaba yo, patito feo hablando con él, el mino de película, un cabro lindo, tierno y torpe a la vez intentado formar conversación. Solo me queda esperar el final de esta historia pero si me preguntan, ya no tengo edad para creer en los finales de película, pero sin duda puedo tarjar esto de mi lista de sueños. Soy realista y soy algo más madura que cuando creía que esas cosas podían pasar(me), en este caso, él puede ser tan lindo como esta vida se lo permita, pero debo conocerlo, debo darme el tiempo de averiguar si es para mí porque las cosas no son tan sencillas como Disney nos hace creer. Que hable con él o que él demuestre un mero interés en mí no indica que acabemos juntos y vivamos felices por siempre, hoy por hoy necesito más que la intención, necesito acciones. Soy perna, pava, pajarona, ñoña, todo lo que quieran, pero tonta jamás.
En fin, hoy creo fervientemente que los sueños se cumplen, que alguna vez pensamos ciertas cosas que parecen imposibles pero la vida te sorprende. El 12 de noviembre cumpliré otro sueño más que es ver a mi banda favorita en vivo por primera vez después de tantos años siguiéndolos (si alguien va a ver a Green Day ¡¡nos vemos!!). Así que nunca dejen de soñar, es lo único gratis que nos va quedando y no tiene nada de malo, creo que nos recuerda que aún queda algo de niño en nosotros, que nadie les diga que soy muy inocentes al creer que alguno de los sueños que tienen se va a cumplir, aunque parezca imposible, en algún momento puede que sí se cumpla, no pierdan la fe y continúen soñando porque si no, la vida es demasiado aburrida.